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¿Sabes qué es la Integración Sensorial? Te contamos qué es y como impacta la vida de tu hijo/a


Para iniciar este artículo quisiera que pensáramos en nosotros mismos, en nuestras características, gustos, situaciones o acciones que nos calman o nos alteran y en general en nuestro día a día, en la casa, el trabajo, el tiempo de ocio, en nuestras elecciones ocupacionales (a qué nos dedicamos, qué hacemos en nuestro tiempo libre, cómo realizamos nuestras actividades cotidianas) e incluso con quién y cómo nos relacionamos.


Nuestra vida está guiada por elecciones constantes que muchas veces están determinadas por nuestras características sensoriales, cuando hablo de características sensoriales me refiero a la manera como percibimos los estímulos tanto del ambiente como de nuestro propio cuerpo, por ejemplo, hay personas que les encanta que las besen y las abracen y otras por el contrario este contacto exagerado puede ser molesto, algunos disfrutamos la música alta y otros sentimos que nos aturde y la tenemos que apagar, hay quienes llegan a la estación de gasolina y disfrutan el olor, por el contrario hay quienes no lo soportan; si imaginamos un parque de diversiones podemos observar como las preferencias sensoriales de las personas varían muchísimo, algunos se montan una y otra vez en la montaña rusa, otros ni piensan siquiera en la posibilidad, vemos niños felices por montarse en un juego de movimiento rápido y podemos ver en el mismo juego un niño llorando porque no se quiere montar. En fin, el universo de las sensaciones es muy variado e importante en nuestras vidas, ya que la manera como nuestro cerebro procesa la información sensorial determina en cierta medida nuestro comportamiento, la manera como aprendemos, cómo nos relacionamos y las decisiones que muchas veces tomamos.

De la misma manera sucede con nuestros niños, sus sistemas sensoriales trabajan continuamente y de manera coordinada para informarles sobre el mundo y aportarles toda la información que necesitan para actuar de manera exitosa en él; éste trabajo coordinado se conoce como integración sensorial.

El término Integración Sensorial tiene su origen en el trabajo de la Dra. Jean Ayres, Terapeuta Ocupacional que a través de sus múltiples estudios, casos clínicos y un trabajo de investigación extenso, revolucionó la práctica en el área infantil (Parham, Mailloux, 2001). La Integración Sensorial es definida como el proceso neurológico que organiza las sensaciones del propio cuerpo y del medio ambiente, haciendo posible el uso efectivo del mismo en el entorno. Es considerado como un proceso circular en el que las sensaciones se someten a acciones de integración, conceptualización y planeamiento de las respuestas adaptativas (respuestas exitosas y acordes a las demandas), las cuales pueden ser de tipo motora, lingüísticas, de comportamiento, entre otras. (Fisher, Murray y Bundy, 1991).

Cuando hablamos de sensaciones nos referimos a la información proveniente de nuestros sistemas sensoriales (sentidos), como conocerás, gusto, olfato, vista, oído y tacto, sin embargo, existen otros dos sistemas que aunque son poco nombrados son fundamentales para nuestro comportamiento y aprendizaje, estos son el sistema vestibular y propioceptivo; la Teoría de Integración Sensorial propuesta por la Dra. Jean Ayres da especial importancia a estos sistemas, al igual que al sistema táctil. A continuación te contaré un poco sobre ellos:


Sistema Vestibular

Este sistema tiene sus receptores en el oído interno, en donde encontramos estructuras que en conjunto denominamos aparato vestibular, las cuales perciben y procesan la información dada por el movimiento de la cabeza y por la gravedad, por lo que brinda información fundamental para mantener el equilibrio y la postura (Fox, 2008). Este sentido se desarrolla pocas semanas después de la concepción y tiene gran importancia para el desarrollo del bebé durante sus primeros meses de vida. El sistema vestibular tiene gran influencia sobre los músculos de los ojos y del cuello, por tanto, mantener la cabeza y los ojos estables son tareas principales de este sistema. Cuando existe una falla, el niño/a no posee un campo visual estable, teniendo dificultades para realizar actividades como copiar de un tablero en clase o seguir un objeto en movimiento. Así mismo, el sistema vestibular tiene una importante influencia sobre el tono muscular, permitiendo que el niño/a se mantenga erguido a pesar de la fuerza de gravedad y pueda llevar a cabo satisfactoriamente las diferentes actividades como sentarse en el pupitre para escribir o prestar atención, jugar en el parque, entre otras (Mailloux, 1993) . Finalmente, se conoce que el sistema vestibular tiene influencia en otros aspectos como la coordinación de las dos partes del cuerpo (permitiendo el desempeño de actividades como montar en bicicleta, rasgar, abotonar o recortar con tijeras), la anticipación temporal y espacial al movimiento (necesarias para atajar o patear una pelota, así como para cruzar una calle cuando se aproximan los carros) y la regulación de los niveles de alerta que influenciarán la relación del niño con el mundo (Colombo, 2003). Sistema Propioceptivo

El término propiocepción fue descrito por primera vez por Sherrington (1906), quien lo planteó como un sistema sensorial que posee sus receptores en músculos, tendones y articulaciones. Es el encargado de informar a la persona sobre la posición de su cuerpo sin necesidad de apoyarse con la vista, aportando información fundamental para la realización de actividades con demandas motoras gruesas (correr, saltar, levantar) y finas (recortar, escribir, ensartar), así como para el control motor oral, involucrado en el lenguaje y la alimentación (Bundy, Lane y Murray, 2002). El sistema propioceptivo permite calibrar la fuerza de la contracción muscular y realizar los movimientos en el tiempo justo, permitiendo actividades como agarrar un vaso plástico, lanzar una pelota con la fuerza y la dirección correcta, partir un huevo o agarrar el lápiz de manera correcta y con la fuerza adecuada para escribir (Colombo, 2003). Cuando existe una falla en el sistema propioceptivo, el niño debe pensar mucho al momento de llevar a cabo una actividad para saber qué movimientos realizar y con qué velocidad y fuerza, por lo que posiblemente parezca un niño poco hábil, lento, desmotivado y reciba adjetivos como descuidado o flojo (Bundy, Lane y Murray, 2002). Un niño que presente éstas dificultades puede sentir frustración e incluso miedo ante algunas situaciones a las que considera que no puede responder (Mailloux, 1994). Sistema Táctil

Este sistema procesa estímulos de tacto, temperatura, dolor y presión. Tiene gran influencia sobre el desarrollo socioemocional del niño, debido a que es el sentido mediante el cual se crea el vínculo con la madre y posteriormente con el resto del mundo, a través de expresiones como abrazos, roces, besos y otras acciones que ameritan que la persona tolere los estímulos táctiles (Colombo, 2003). Además, el sistema táctil es fundamental para desempeñarse día a día ya que a través de la capacidad para localizar y discriminar dónde está siendo recibido el estímulo táctil, se desarrollan habilidades motoras orales (alimentarnos, hablar) y habilidades de manipulación (escribir, comer con cubiertos, amarrarse las trenzas y abotonar una camisa, entre otros) (Mailloux, 1994). Así mismo, con ayuda del sistema propioceptivo, el sistema táctil brinda la noción de esquema corporal y facilita el desarrollo de habilidades de planificación motora que permiten moverse eficientemente en el mundo físico, organizándose en espacio y tiempo (Colombo, 2003).

¿Qué pasa cuando el Proceso de Integración Sensorial no se da de manera eficiente? Como se puede observar, la integración adecuada de los estímulos sensoriales, facilita el desarrollo de habilidades motoras, cognitivas, perceptuales, sociales y emocionales, por tanto, cuando existe un déficit de integración sensorial, los niños pueden presentar dificultades que se expresan en su comportamiento, su desempeño ocupacional y su participación social (Ayres, 2008).

Para sustentar esto, Williams y Shellenberger (1996) y Lazaro y Barruezo (2009), proponen una pirámide del desarrollo humano, donde se puede evidenciar claramente que el desarrollo de los sentidos son la base para futuros aprendizajes, partiendo de los tres sentidos básicos (táctil, propioceptivo y vestibular) sobre los que se edifica el conocimiento de nosotros mismos y de nuestro mundo.




Si éstos sentidos no se desarrollan adecuadamente van afectar negativamente el desarrollo de los elementos de toda la pirámide hasta llegar a la cima, donde encontramos el aprendizaje y el comportamiento. Es por esto que cuando un chiquito evidencia dificultades para tolerar y/o realizar sus actividades cotidianas como bañarse, vestirse, comer, jugar, aprender, entre otras, es importante que se determine previamente si estas dificultades tienen una base sensorial, de lo contrario podemos caer en el error de ubicar las dificultades en elementos muy altos de la pirámide cuando en realidad debemos prestar atención a los elementos de la base, como ejemplo podemos pensar en una gran edificio, en donde la estabilidad de sus estructuras depende en gran medida de la estabilidad de sus cimientos (base).


Para el niño con déficit de integración sensorial, el control de su atención, su conducta y sus emociones son todo un reto, ya que existen a su alrededor una gran cantidad de estímulos que puede no percibir con caridad o tal vez lo confunden, lo distraen, lo sobreexcitan y lo llevan a situaciones que el mismo no desea.

Estos niños pueden presentar múltiples dificultades en el desempeño de sus actividades cotidianas, como son su vida familiar, las relaciones sociales, el juego y el desempeño de actividades escolares y de la vida diaria. Es por esto, que podemos observar que se comportan de manera desorganizada, pueden ser muy irritables , tímidos, excesivamente inquietos o por el contrario muy pasivos; podemos recordar que posiblemente se demoraron en alcanzar hitos del desarrollo como sentarse, gatear, caminar, expresarse verbalmente o controlar esfínteres, tal vez han experimentado dificultades para adquirir patrones de sueño saludables o dificultades en la alimentación, en la escuela la profesora nos refiere que no se mantiene en las actividades, pelea con sus compañeros, su cuaderno y sus útiles son desorganizados, es muy inquieto o se involucra poco y/o en general diferentes aspectos que como padres nos permiten percibir que no se sienten cómodos y felices en su entorno. Ante lo cual debemos prestar atención lo antes posible.




Es fundamental recordar que todos tenemos características y personalidad únicas, por tanto podemos tener ciertas preferencias y maneras de hacer las cosas, sin embargo, si observas que tu hijo/a se muestra m


uy irritable en ciertas situaciones o presenta dificultades en su desempeño cotidiano que afectan de manera importante la armonía familiar, el rol en el ambiente escolar, entre otros, te sugiero que acudas a un Terapeuta Ocupacional con formación en Integración Sensorial ya que éste podrá guiarte de manera asertiva, identificando si las dificultades presentes tienen una base sensorial y brindándote estrategias diseñadas especialmente para las características de tu hijo/a que puedes usar en los ambientes cotidianos.

Finalmente, solo me queda decir que cómo mamá puedo entender la angustia que puede generar ver que algo no anda bien con nuestros hijos, en ocasiones no sabemos qué es pero podemos sentir en nuestro corazón que es así, y ante esto la mejor herramienta es buscar profesionales especializados que nos guíen, empoderarnos del conocimiento, ubicar esta situación dentro de nuestra prioridades e iniciar un camino con paso firme que nos permita apoyar a nuestro pequeño/a y lograr el equilibrio que tanto deseamos.

Recuerda que “Nadie hará por tu hijo más de lo que TU como madre o padre puedes hacer, ya que nadie lo hará con tanto amor y entrega”



Referencias

  • Ayres, J. (2008). La integración sensorial en los niños. Madrid: TEA Ediciones, S,A.

  • Ayres, J. (1998). La integración sensorial y el Niño. México: Editorial Trillas.

  • Bundy, A., Lane, S. y Murray, E. (2002). Sensory Integration. Theory and Practice. 2 ͣ Edición). Philadelphia: F. A. Davis Company.

  • Colombo, M.,. (2003). Integración sensorial y distintos estilos de desarrollo del niño. Recuperado el 25 de junio de 2011, de http://ceril.cl/P52_integracion.htm.



Si tienes dudas o comentarios, escríbenos, nos encantará leerte.



















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